Aunque los seres humanos nos diferenciamos en muchos más aspectos, cada vez queda más claro que los que tienen relación con el mundo de las emociones y los afectos marcan, en un primer lugar, nuestras relaciones sociales y amistosas y también nuestro bienestar psicológico.
En relación con esto existe una línea novedosa de investigación dentro del campo de las emociones preocupada especialmente por examinar estas diferencias personales que ha sido conocida con el nombre de inteligencia emocional (IE).
En la última década, por su parte, la investigación psicoeducativa se ha esforzado en delimitar las habilidades personales que se refieren a la inteligencia emocional. Para Mayer y Salovey la inteligencia emocional se definiría como «la habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud, la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento ; la habilidad para comprender emociones y el conocimiento emocional y la habilidad para regular las emociones promoviendo un crecimiento emocional e intelectual. Más desarrollado :
1. Percepción emocional : habilidad para percibir las emociones propias y ajenas, así como percibir emociones en el arte, la fotografía la música y otros estímulos.
2. Facilitación emocional : Habilidad para generar y sentir emociones y emplearlas en los procesos cognitivos de toma de decisiones.
3. Comprensión emocional : Habilidad para comprender la información emocional, comprender cómo las emociones se combinan, progresan y apreciar el significado emocional de lo que sucede.
4. Regulación emocional : Habilidad para estar abierto y modular nuestros sentimientos y los de los demás y promover el crecimiento personal y emocional.
La investigación ha analizado los beneficios de la IE en ámbitos tan importantes como la salud física y mental, el consumo de drogas, las relaciones interpersonales y la conducta agresiva o el rendimiento académico de los adolescentes. Estos estudios han mostrado que la falta de estas habilidades emocionales afectan a los adolescentes tanto en su vida cotidiana como en el contexto escolar.
La inteligencia emocional tiene una benéfica influencia en aspectos como : el ajuste psicológico, el consumo de drogas, las relaciones sociales, la conducta agresiva y el rendimiento académico. Respecto a este último, diversas investigaciones han mostrado que los adolescentes con mayores habilidades emocionales logran un mejor rendimiento académico que los que no las poseen. Los adolescentes con pocas habilidades emocionales experimentan más emociones negativas y dificultades emocionales en la escuela y, a su vez, tienen menos recursos psicológicos que les permitan afrontar estos problemas con éxito.
En el mundo y, concretamente, en España, existen programas muy interesantes que tienen como objetivo desarrollar la inteligencia emocional de los adolescentes. Citaremos el andaluz : la Universidad de Málaga (http://emocional.intelligence.uma.es) lleva desde el año 1996 trabajando en este tema, con adultos y, en especial, con niños y adolescentes para prevenir la violencia y el desajuste psicosocial. Esta labor se ha concretado en el programa INTEMO, basado en el modelo teórico de Mayer y Salovey. Se centra en el aprendizaje de las habilidades emocionales que componen la IE, desarrollando la capacidad de percibir, expresar, facilitar, comprender y manejar las emociones propias y las de los demás. Consta de 12 sesiones y puede desarrollarse durante todo el curso escolar, Utiliza dos tipos de actividades ; las realizadas en clase y las de casa, Estas actividades están distribuidas en cuatro fases (con tres sesiones por cada fase) que corresponden a las cuatro ramas del modelo de IE : percepción y expresión, facilitación, comprensión y regulación emocional.
Como vemos, educar las emociones en nuestro país no es una quimera, sino una realidad que ya se está aplicando en muchas escuelas, pero que necesita ser extendida con rigor a todos los centros educativos para que tenga un impacto real.
Extracto de : Extremera Pacheco, Natalio y Fernández-Berrocal, Pablo. «Inteligencia emocional en adolescentes». En : Padres y Maestros, nº 352 (agosto 2013), pp. 34-39
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