Con este título James O. Young nos introduce en un campo muy discutido en el área musical, como es la capacidad de la música no sólo para transmitir placer a través del sonido, sino para transmitir conocimiento. Young se posiciona aquí, como hemos dicho, en un lugar muy discutido ; no obstante, lleva a cabo en su trabajo un recorrido por las distintas formas de transmisión del conocimiento, que le permite llegar a concluir afirmativamente en cuanto al valor cognoscitivo de la música.
El autor nos hace un recorrido por las artes como la literatura y las artes plásticas, distinguiendo el modo en que éstas, mediante la representación afectiva o la simplificación son capaces de transmitir conocimiento, de manera diferente a las ciencias, que recurren a la experimentación, la demostración y a las posteriores afirmaciones. Pues bien, si aceptamos que la representación es una forma en que es posible transmitir conocimiento, la música, se nos dice, representa las emociones (y otros afectos) por medio de la representación del movimiento, y también utiliza las técnicas de la simplificación y de amplificación. La representación musical adoptaría la forma de representación interpretativa.
Por otra parte, «la música va más lejos de representar la emoción de manera indirecta a través de la representación de movimiento…La música también es capaz de producir un determinado afecto en quienes la escuchan y, con ello, puede mostrar a los oyentes algo de dicho afecto en cuestión». Puesto que la música puede suscitar estados de ánimo puede servir como medio de comunicación. Cuando una composición hace sentir determinados afectos en los oyentes les está proporcionando el conocimieno inmediato de un estado de ánimo del compositor. En lugar de una composición escrita de sus sentimientos (un poema, una novela, quizá) el compositor musical nos da una idea mucho más exacta de lo que sentía. Escuchar distintas piezas musicales puede igualmente mostrar al oyente sutiles diferencias entre afectos.
Por tanto, algunas composiciones musicales contienen elementos de representación tanto interpretativa como afectiva. Las composiciones musicales ofrecen al receptor demostraciones anímicas de la experiencia y de los estados de ánimo de los seres humanos. Parte de ese valor de cualquier composición capaz de demostrar algo a quienes la escuchan será un valor cognoscitivo. «Quienes estén dispuestos a escuchar con imaginación se darán cuenta de que pueden aprender mucho de la música», concluye Young.
Fuente : . El valor cognoscitivo de la Música /James O. Young. Quodlibet, n. 23, pp. 62-86
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